miércoles, 20 de junio de 2012

Awkward

Hoy es día de trabajo (miércoles a una niña a quién llamaremos A y el sábado a un niño a quién llamaremos J). Los dos son sumamente diferentes. A es un tanto extraña. No le cuesta demasiado lo que le enseño, pero  su madre le pide más para que pueda estudiar una carrera que le de plata y eso. J es todo lo contrario, no tiene una gran situación económica, pero sus padres se las arreglan y él no está muy interesado, prefiere salir con sus amigos y me cuenta que a veces llega volao a clases.
Cuento esto porque no soy la única profe de A (tiene varios), pero hoy va el de matemáticas también, con quien siempre me encuentro cuando llego (él se va a esa hora, así que llego un poco antes para verlo, lo admito).
Soy extremadamente torpe socialmente, así que nuestros encuentros se pueden resumir en algo así:

Celeste: (emocionada y roja) ¡Hola! ¿Cómo estás?
Él: (relajado y desinteresado) Hola, bien ¿y tú?
C: Bien... aunque (insertar cualquier tema que pueda alargar la conversación) preocupada por mi perro, está resfriado (mostrar foto de Tonio, mi mascota prostituida para propósitos amorosos) 
E: Ah... mira (insertar una explicación/respuesta lógica que acabe con cualquier intento de charla)
C: Sí... (insertar silencio incómodo)
Jefa: Celeste, es hora de tu clase
C: Voy. Eh... chao, que estés bien, cuídate, (insertar comentario sobre el clima, segundo intento por tener una conversación)
E: Chao, Celeste.

Lo peor de esto es que no soy así de arrastrada y ridícula con la gente. Normalmente me da mucha timidez hablar con alguien, pero pareciera que soy indiferente y cordial. Y esa es la Celeste de la que hablan bien y a la que le preguntas cosas y de la que asumen que tiene un sentido del humor agudo. Todo eso que no soy.

Pizarnik, en sus diarios, lo describe tal como es:

"Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan... Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión, un grito, una sangre aullando. De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa. Tanto me doy, me fatigo, me arrastro y me desgasto que no veo que instante de liberarme de esa prisión tan querida. Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro, hastiado ya de tanta exaltación y presunta genialidad, y se va en busca de alguien que sea como yo con la gente que no me interesa".

No hay comentarios:

Publicar un comentario